sábado, 9 de abril de 2011

Acueducto

Acueducto de la Ciudad de Chihuahua
      Obra de ingeniería hidráulica estilo románico a base de mampostería, también llamada de cal y canto, que data del siglo XVIII y que contemplaba una longitud aproximada de 6 kilómetros, proyectada con el fin de lograr una fuente de abastecimiento de agua potable para la población de la Villa de San Felipe el Real de Chihuahua, dada la contaminación de la parte baja del Río Chuvíscar por las diferentes haciendas de fundición establecidas en sus riberas.

Historia: 

 
      Su edificación se inició en el año de 1751, suspendiéndose en varias ocasiones ya que los fondos de que se disponía eran destinados a la guerra en contra de los apaches. En ella trabajaron los maestros albañiles Cristóbal de Villa y Agustín Guijarro, logrando que en 1768 el agua fluyera a los suburbios de la villa y posteriormente en 1786 a la alameda de Santa Rita (actual Parque Lerdo de Tejada). En 1804 el agua brotó por la cañería que desembocaba en la fuente de la Plaza de la Constitución y luego alcanzó la Plaza Hidalgo.

Los tramos que aún se conservan cruzan la zona urbana desde la presa del Chuvíscar hasta el barrio de los cuarteles en la calle Benítez y hasta el año de 1970, todavía corría el agua sobre su canal.

En 1706 antes de fundarse Chihuahua, el sargento Mayor Antonio de Trasviña y Retes hizo una “saca” en el río Chuvíscar para transportar agua en canoas hasta su Hacienda de Beneficio llamada Nuestra Señora de Regle, cercana a la actual Plaza Merino. Las canoas cruzaban el arroyo de Santa Rita y continuaban por la actual avenida Juárez, por lo que se conocía como Calle de la Canoa. 

Con la riqueza que fluía de las minas crecía la ciudad, hasta que fue necesario un mayor abastecimiento de agua, que se obtuvo transformando el viejo acueducto de canoas y horcones, en uno de cal y canto. 

Chihuahua y en el mineral de Santa Eulalia tenían la obligación legal de mandar sus productos de oro y plata a la Casa de Ensaye de San José del Parral, a fin de que fueran ensayados y quintados de acuerdo con las disposiciones vigentes, esto es, señalados las barras y tejos con las marcas de ley después de haber pasado por el ensaye y deducido el real quinto (veinte por ciento) que correspondía a la Hacienda Pública. 

Los empresarios de las minas de San José del Parral tenían establecido el pago de una cuota voluntaria de cinco pesos por cada mil marcos de plata que salían en las conductas periódicas con destino a la ciudad de México, cuya gabela se hizo extensiva a los mineros y comerciantes de las dos poblaciones primeramente citadas. 

En ese mismo año se estableció la Casa de Ensaye de la villa de Chihuahua y siguió cobrándose a los productores de oro y plata la expresada cuota de cinco pesos por cada millar de marcos, este dinero era en beneficio propio de los Gobernadores de la Nueva Vizcaya don Juan Bautista de Belaunzurán, el Marqués de Torre Campo y don Juan Francisco de la Puerta y Barrera. 

En noviembre de 1751 el Virrey de la Nueva España, el primer Conde de Revillagigedo, desaprobó el procedimiento que habían seguido los expresados funcionarios a partir del establecimiento de la Casa de Ensaye de Chihuahua, previniendo que cada uno de ellos reintegrara las cantidades que se habían aplicado por dicho concepto y que las que cada uno debía reponer y lo que en lo sucesivo se cobrara se destinara exclusivamente en la construcción de un acueducto que surtiera de agua potable a la población. 

La iniciación de los trabajos tuvo verificativo el día 12 de diciembre del mismo año. En 1768 tuvieron que suspenderse los trabajos en forma completa ya que se ocupó este fondo para atender las operaciones en contra de los apaches y comanches. A esta fecha el acueducto apenas llegaba a los suburbios de la población y el Ayuntamiento arrendaba las aguas para regar algunas labores agrícolas y para mover una cancel hidráulico de la hacienda de beneficio de metales del capitán Martín Mariñelarena. 

En 1778 el Comandante General de las Provincias Internas, Caballero Teodoro de Croix, ordenó que no se siguieran ocupando para gastos de guerra los fondos que pertenecían al Municipio y que se invierteran en el en el objeto a que estaba destinado. 

Con el dinero del municipio, de vecinos y donaciones en 1793 el acueducto medía seis mil quinientos ochenta y tres varas, y se habían invertido $114,132.00. 

Después de varios años de suspensión de los trabajos para la terminación total del acueducto, se reanudaron en 1804, fueron construidos cañerías de agua y acequias transversales para llevar agua a las haciendas de beneficio. 

El Cabildo Municipal mandó hacer en 1829 nuevas ramificaciones. En 1882 bajo el gobierno de Luis Terrazas, se principió la instalación de la cañería metálica que poco a poco se fue extendiendo y ramificando. Las acequias auxiliares de cal y canto y las pilas y fuentes fueron despareciendo del recinto de la ciudad, peo el acueducto principal prestaba servicio todavía en 1969 el mismo servicio primitivo desde la boca toma hasta la planta de filtros y clorinación. 


Fuente Oficia: CONACULTA, INAH.
Fotografia:  Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bubuhu soy bu

Anónimo dijo...

soy.pro nene yess

Anónimo dijo...

grasias sirvio yees vean marianosmeiden

Anónimo dijo...

hola dana jajajaja����������������������������������������������������������������������������������������������������

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